La carboximaltosa de hierro es un medicamento utilizado para tratar la anemia ferropénica, una afección en la que el cuerpo no tiene suficiente hierro para producir hemoglobina, una proteína presente en los glóbulos rojos que transporta oxígeno por todo el cuerpo.
La carboximaltosa de hierro se administra por vía intravenosa y se absorbe rápidamente en el torrente sanguíneo. Una sola dosis puede proporcionar suficiente hierro para reponer las reservas del cuerpo durante varias semanas o incluso meses.
En España, la prevalencia de anemia ferropénica es alta, especialmente entre las mujeres embarazadas y las personas mayores. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 el 14% de las mujeres españolas en edad fértil presentaban niveles bajos de ferritina sérica, un indicador de deficiencia de hierro.
La carboximaltosa de hierro pertenece al grupo ATC B03AC01 y está disponible bajo diferentes marcas comerciales. Se utiliza tanto en hospitales como en consultas médicas ambulatorias y su uso está respaldado por numerosos estudios clínicos que demuestran su eficacia y seguridad.
Aunque la carboximaltosa de hierro es generalmente bien tolerada, puede causar efectos secundarios como dolor abdominal, náuseas o vómitos. En raras ocasiones puede producirse una reacción alérgica grave conocida como anafilaxia.
Por esta razón, su uso debe ser supervisado por un profesional sanitario capacitado y se recomienda realizar pruebas previas a la administración para detectar posibles alergias.
En resumen, la carboximaltosa de hierro es un medicamento útil y seguro para tratar la anemia ferropénica en pacientes que no pueden obtener suficiente hierro a través de su dieta o que no toleran los suplementos orales. Su uso debe ser siempre supervisado por un profesional sanitario y se recomienda realizar pruebas previas a la administración para detectar posibles alergias.