El grupo ATC B05 se refiere a los sustitutos de la sangre y soluciones para perfusión. Estos productos son utilizados en situaciones donde se necesita aumentar el volumen sanguíneo o reemplazar la sangre perdida debido a una lesión o cirugía.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, el uso de sustitutos de la sangre ha disminuido en los últimos años. En 2018, se utilizaron un total de 5.243 unidades de hemoderivados y sustitutos sanguíneos, lo que representa una tasa de uso del 12,4 por cada 1.000 habitantes.
Los sustitutos de la sangre pueden ser clasificados en dos categorías: coloides y cristaloides. Los coloides son soluciones que contienen partículas grandes que no pueden atravesar las membranas celulares y permanecen en el espacio intravascular durante más tiempo que los cristaloides. Los cristaloides son soluciones acuosas que contienen electrolitos y otros componentes similares a los presentes en el plasma sanguíneo.
Entre los coloides más utilizados se encuentran el almidón hidroxietílico (HES) y la gelatina. Estos productos tienen una mayor capacidad para aumentar el volumen plasmático que los cristaloides, pero también pueden causar efectos secundarios como coagulopatía o insuficiencia renal aguda.
Por otro lado, las soluciones cristaloides más comunes son la solución salina isotónica (SS) y la solución Ringer lactato (SRL). Estas soluciones tienen una menor capacidad para aumentar el volumen plasmático que los coloides, pero son menos propensas a causar efectos secundarios.
Es importante tener en cuenta que el uso de sustitutos de la sangre debe ser cuidadosamente evaluado por un profesional de la salud y debe estar basado en las necesidades individuales del paciente. Además, estos productos no deben ser utilizados como una alternativa a la transfusión sanguínea cuando esta es necesaria.
En cuanto a las soluciones para perfusión, estas son utilizadas para administrar medicamentos o nutrientes directamente en el torrente sanguíneo. Las soluciones más comunes son la solución salina y la glucosa al 5%. Estas soluciones pueden ser administradas por vía intravenosa o intraarterial.
En resumen, los sustitutos de la sangre y las soluciones para perfusión son productos importantes en situaciones donde se necesita aumentar el volumen sanguíneo o reemplazar la sangre perdida. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente evaluado por un profesional de la salud y debe estar basado en las necesidades individuales del paciente. Además, estos productos no deben ser utilizados como una alternativa a la transfusión sanguínea cuando esta es necesaria.