La dopamina es un neurotransmisor que se encuentra en el cerebro y que está implicado en la regulación de diversas funciones, como la motivación, el placer y la atención. En el ámbito farmacéutico, se utiliza como medicamento para tratar ciertas enfermedades.
El grupo ATC C01CA04 corresponde a los agentes adrenérgicos y dopaminérgicos, y dentro de este grupo se encuentra la dopamina. Este medicamento se utiliza principalmente para tratar la hipotensión arterial aguda, es decir, cuando la presión arterial del paciente disminuye repentinamente.
La dopamina actúa sobre los receptores dopaminérgicos del sistema nervioso central y periférico, lo que produce una vasoconstricción periférica y un aumento de la frecuencia cardíaca. Esto aumenta el flujo sanguíneo hacia los órganos vitales del cuerpo, como el cerebro y los riñones.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad correspondientes al año 2019, se dispensaron un total de 1.378.000 unidades de dopamina en todas sus presentaciones farmacéuticas. El uso principal fue para tratar la hipotensión arterial aguda en pacientes hospitalizados.
La dosis recomendada varía según las necesidades individuales del paciente y su estado clínico. Por lo general, se administra por vía intravenosa a través de una bomba de infusión continua controlada por un profesional sanitario.
Como cualquier medicamento, la dopamina puede producir efectos secundarios indeseados en algunos pacientes. Los más comunes son taquicardia (aumento excesivo de la frecuencia cardíaca), arritmias cardíacas, hipertensión arterial y dolor de cabeza. En casos graves, puede producirse necrosis tisular en el lugar de la inyección.
Por esta razón, es importante que la administración de dopamina sea supervisada por un profesional sanitario experimentado y que se realice una monitorización continua del paciente para detectar cualquier efecto secundario.
En conclusión, la dopamina es un medicamento utilizado para tratar la hipotensión arterial aguda en pacientes hospitalizados. Actúa sobre los receptores dopaminérgicos del sistema nervioso central y periférico, lo que produce una vasoconstricción periférica y un aumento de la frecuencia cardíaca. Aunque es eficaz en su uso terapéutico, puede producir efectos secundarios indeseados en algunos pacientes. Por lo tanto, su administración debe ser supervisada por un profesional sanitario experimentado y se debe realizar una monitorización continua del paciente para detectar cualquier efecto secundario.