La hidroclorotiazida es un diurético que se utiliza para tratar la hipertensión arterial y la retención de líquidos. Pertenece al grupo ATC C03AA03 y actúa aumentando la eliminación de agua y sodio a través de los riñones.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, en 2019 se dispensaron más de 7 millones de envases de hidroclorotiazida en las farmacias. Esto supone un aumento del 2,6% respecto al año anterior.
La hidroclorotiazida se administra por vía oral en forma de comprimidos. La dosis recomendada varía según la patología a tratar y las características individuales del paciente. En general, se recomienda iniciar el tratamiento con una dosis baja e ir ajustándola gradualmente según la respuesta clínica.
Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran los trastornos gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea), los mareos y las cefaleas. También puede producir alteraciones en los niveles séricos de potasio y otros electrolitos, por lo que es importante realizar controles periódicos durante el tratamiento.
La hidroclorotiazida está contraindicada en pacientes con insuficiencia renal grave o hipersensibilidad conocida a alguno de sus componentes. También debe utilizarse con precaución en pacientes con diabetes mellitus o gota debido a su efecto sobre el metabolismo glucémico y ácido úrico respectivamente.
En cuanto a las interacciones medicamentosas, la hidroclorotiazida puede potenciar el efecto de otros fármacos hipotensores y aumentar el riesgo de hipotensión ortostática. También puede disminuir la eficacia de algunos medicamentos antidiabéticos y aumentar el riesgo de toxicidad por litio.
En resumen, la hidroclorotiazida es un fármaco diurético utilizado en el tratamiento de la hipertensión arterial y la retención de líquidos. Aunque es un medicamento seguro y eficaz, requiere una adecuada selección de pacientes y una monitorización cuidadosa durante el tratamiento para evitar efectos secundarios indeseables.