La acemetacina es un medicamento antiinflamatorio no esteroideo (AINE) que pertenece al grupo ATC M01AB11. Se utiliza para tratar el dolor y la inflamación en enfermedades como la artritis reumatoide, la osteoartritis y la espondilitis anquilosante.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, en 2019 se dispensaron más de 1 millón de envases de acemetacina, lo que supone un aumento del 6% respecto al año anterior. Además, su uso está muy extendido en el ámbito hospitalario para el tratamiento del dolor postoperatorio.
La acemetacina actúa inhibiendo la síntesis de prostaglandinas, sustancias que están implicadas en los procesos inflamatorios y dolorosos. De esta forma, reduce el dolor y la inflamación asociados a las enfermedades mencionadas anteriormente.
Es importante destacar que los AINEs pueden tener efectos secundarios gastrointestinales como úlceras o hemorragias digestivas. Por ello, se recomienda utilizarlos a dosis bajas durante un periodo corto de tiempo y siempre bajo supervisión médica.
En cuanto a las posibles interacciones con otros medicamentos, se debe tener precaución cuando se administra junto con anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios ya que aumenta el riesgo de hemorragias.
La dosis recomendada de acemetacina varía según la patología a tratar y las características individuales del paciente. En general, se recomienda iniciar con una dosis baja e ir aumentando gradualmente si es necesario.
En caso de sobredosis, los síntomas pueden incluir dolor abdominal, náuseas, vómitos y somnolencia. En estos casos, se debe acudir de inmediato a un servicio médico de urgencias.
En resumen, la acemetacina es un medicamento eficaz para el tratamiento del dolor y la inflamación en enfermedades como la artritis reumatoide, la osteoartritis y la espondilitis anquilosante. Sin embargo, su uso debe ser siempre supervisado por un profesional sanitario debido a los posibles efectos secundarios gastrointestinales y las interacciones con otros medicamentos.