La vigabatrina es un medicamento antiepiléptico que se utiliza para tratar la epilepsia refractaria en adultos y niños mayores de 10 años. Pertenece al grupo ATC N03AG04 y actúa aumentando los niveles de ácido gamma-aminobutírico (GABA) en el cerebro, lo que reduce la actividad neuronal anormal que causa las convulsiones.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, la prevalencia de la epilepsia es del 0,6% en la población general. Se estima que alrededor del 30% de los pacientes con epilepsia no responden adecuadamente a los tratamientos convencionales con otros medicamentos antiepilépticos. En estos casos, se puede considerar el uso de vigabatrina como una opción terapéutica.
La dosis recomendada de vigabatrina varía según el peso corporal del paciente y su respuesta individual al tratamiento. El médico debe ajustar cuidadosamente la dosis para evitar efectos secundarios como somnolencia, mareo o visión borrosa. También se recomienda realizar controles periódicos para evaluar la eficacia y seguridad del tratamiento.
Uno de los principales efectos secundarios asociados con el uso prolongado de vigabatrina es la pérdida visual periférica irreversible. Por esta razón, se recomienda realizar exámenes oftalmológicos regulares antes y durante el tratamiento con vigabatrina para detectar cualquier signo temprano de toxicidad ocular.
Además, debido a su potencial teratogénico (capacidad para causar malformaciones congénitas), las mujeres en edad fértil deben utilizar métodos anticonceptivos efectivos durante el tratamiento con vigabatrina y durante al menos 6 meses después de suspender el medicamento.
En resumen, la vigabatrina es un medicamento antiepiléptico eficaz para tratar la epilepsia refractaria en pacientes que no responden adecuadamente a otros tratamientos. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente supervisado por un médico debido a sus posibles efectos secundarios, especialmente la toxicidad ocular y la teratogenicidad.