Los diuréticos son medicamentos que se utilizan para tratar la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca. Los diuréticos de bajo techo, excluidas las tiazidas, pertenecen al grupo ATC C03B y se caracterizan por tener una acción diurética más potente que las tiazidas.
En España, los diuréticos de bajo techo representan el 6% del mercado total de medicamentos para la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca. Los fármacos más utilizados en este grupo son el furosemida, el torasemida y el bumetanida.
El furosemida es el diurético de bajo techo más prescrito en España. En 2019, se dispensaron más de 14 millones de envases de furosemida en las farmacias españolas. El torasemida y el bumetanida tienen una menor prescripción en comparación con la furosemida.
Los diuréticos de bajo techo actúan sobre los riñones para aumentar la eliminación del agua y los electrolitos del cuerpo. Esto reduce la cantidad de líquido en los tejidos y disminuye la presión arterial. Además, estos medicamentos tienen un efecto vasodilatador que ayuda a mejorar el flujo sanguíneo.
Aunque los diuréticos son eficaces para reducir la presión arterial, su uso prolongado puede provocar desequilibrios electrolíticos como hipopotasemia (bajo nivel de potasio) e hiponatremia (bajo nivel de sodio). Estos desequilibrios pueden causar problemas cardiacos graves como arritmias y paro cardíaco.
Por esta razón, es importante que los pacientes que toman diuréticos de bajo techo sean monitorizados regularmente por su médico para detectar cualquier alteración en los niveles de electrolitos. Además, se recomienda una dieta rica en potasio y la suplementación con este mineral si es necesario.
En cuanto a las contraindicaciones, los diuréticos de bajo techo están contraindicados en pacientes con hipersensibilidad conocida a alguno de sus componentes y en aquellos con insuficiencia renal grave. También deben utilizarse con precaución en pacientes con diabetes mellitus debido a su efecto sobre el metabolismo de la glucosa.
En resumen, los diuréticos de bajo techo son una opción eficaz para el tratamiento de la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca. Sin embargo, su uso prolongado requiere una monitorización cuidadosa por parte del médico para evitar desequilibrios electrolíticos graves.