La oxacilina es un antibiótico perteneciente al grupo de las penicilinas resistentes a la penicilinasa. Su acción se basa en la inhibición de la síntesis de la pared celular bacteriana, lo que provoca la muerte del microorganismo.
En España, según los datos del Sistema Nacional de Salud, el uso de oxacilina ha disminuido en los últimos años. En 2018, se dispensaron alrededor de 5.000 envases de este medicamento, lo que supone una tasa de utilización por cada 1.000 habitantes del 0,11.
La oxacilina se utiliza principalmente para tratar infecciones causadas por bacterias resistentes a las penicilinas convencionales, como Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM). También puede ser efectiva contra otras bacterias grampositivas como Streptococcus pyogenes y Streptococcus pneumoniae.
Este medicamento se administra por vía intravenosa o intramuscular y su dosificación varía según el tipo y gravedad de la infección. Es importante destacar que no está indicado para tratar infecciones causadas por bacterias gramnegativas.
La oxacilina puede tener algunos efectos secundarios como reacciones alérgicas o problemas gastrointestinales como náuseas y diarrea. También puede provocar alteraciones en los resultados de algunas pruebas analíticas como las pruebas hepáticas o renales.
Es importante destacar que el uso excesivo e inapropiado de antibióticos puede favorecer el desarrollo y propagación de bacterias resistentes a estos medicamentos. Por lo tanto, se recomienda utilizar la oxacilina y otros antibióticos solo cuando sean necesarios y bajo prescripción médica.
En resumen, la oxacilina es un antibiótico eficaz para tratar infecciones causadas por bacterias grampositivas resistentes a las penicilinas convencionales. Su uso debe ser limitado y bajo prescripción médica para evitar el desarrollo de resistencias bacterianas.