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J02 ANTIMICOTICOS DE USO SISTEMICO

J ANTIINFECCIOSOS DE USO SISTEMICO

J02 ANTIMICOTICOS DE USO SISTEMICO



Medicamentos por código atc J02 ANTIMICOTICOS DE USO SISTEMICO

Los antimicóticos de uso sistémico son un grupo de medicamentos que se utilizan para tratar infecciones fúngicas graves y sistémicas. Estos medicamentos son especialmente importantes en pacientes con sistemas inmunológicos debilitados, como aquellos con VIH o cáncer.

En España, las infecciones fúngicas sistémicas son relativamente raras, pero pueden ser mortales si no se tratan adecuadamente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 hubo un total de 1.099 defunciones por enfermedades micóticas en España.

Los antimicóticos de uso sistémico se dividen en varios subgrupos según su mecanismo de acción y espectro de actividad. Los más comunes incluyen los azoles, las equinocandinas y el anfotericina B.

Los azoles son los antimicóticos más utilizados debido a su amplio espectro de actividad y su buena tolerancia por parte del paciente. Algunos ejemplos incluyen fluconazol, itraconazol y voriconazol. Estos medicamentos actúan inhibiendo la síntesis del ergosterol, un componente importante de la membrana celular fúngica.

Las equinocandinas, como caspofungina y micafungina, actúan inhibiendo la síntesis del glucano en la pared celular fúngica. Estos medicamentos tienen una actividad antifúngica específica contra las especies Candida y Aspergillus.

El anfotericina B es un antimicótico poliénico que actúa uniéndose a los esteroles presentes en la membrana celular fúngica e interrumpiendo su integridad. Aunque es muy efectivo contra una amplia variedad de hongos, su uso está limitado por sus efectos secundarios potencialmente graves, como la nefrotoxicidad.

Es importante destacar que el uso de antimicóticos de uso sistémico debe ser supervisado por un médico especialista en enfermedades infecciosas o micología clínica. Estos medicamentos pueden tener interacciones con otros fármacos y pueden causar efectos secundarios graves si se administran incorrectamente.

Además, es importante tener en cuenta que el abuso y el mal uso de los antimicóticos pueden llevar a la aparición de resistencias fúngicas. Por lo tanto, es fundamental utilizar estos medicamentos solo cuando sean necesarios y siguiendo las pautas establecidas por los expertos.

En resumen, los antimicóticos de uso sistémico son una herramienta importante en el tratamiento de infecciones fúngicas graves y sistémicas. En España, aunque estas infecciones son relativamente raras, pueden ser mortales si no se tratan adecuadamente. Los azoles son los antimicóticos más utilizados debido a su amplio espectro de actividad y buena tolerancia por parte del paciente. Sin embargo, es importante recordar que estos medicamentos deben ser utilizados bajo supervisión médica y siguiendo las pautas establecidas para evitar la aparición de resistencias fúngicas.

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