La citarabina es un medicamento antineoplásico que se utiliza en el tratamiento de diversos tipos de cáncer, como la leucemia mieloide aguda y el linfoma no Hodgkin. Su código ATC es L01BC01.
La citarabina actúa inhibiendo la síntesis del ADN en las células cancerosas, lo que impide su crecimiento y división. Se administra por vía intravenosa o subcutánea, y su dosis y duración del tratamiento dependen del tipo de cáncer y la respuesta del paciente.
En España, según datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, en 2018 se dispensaron un total de 1.139.019 unidades de citarabina en todas sus formas farmacéuticas (inyectable, liofilizado para solución inyectable e infusión). Esto supone un aumento del 3% respecto al año anterior.
La citarabina puede causar efectos secundarios como náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito y caída del cabello. También puede afectar a la médula ósea y disminuir la producción de glóbulos blancos y rojos, lo que aumenta el riesgo de infecciones y anemia.
Es importante que los pacientes tratados con citarabina sean monitorizados regularmente por un equipo médico especializado para detectar posibles complicaciones o reacciones adversas al medicamento.
En resumen, la citarabina es un fármaco antineoplásico utilizado en el tratamiento de varios tipos de cáncer. Aunque puede causar efectos secundarios indeseables como náuseas y caída del cabello, su uso es fundamental en la lucha contra esta enfermedad. Los pacientes deben ser supervisados por un equipo médico especializado para garantizar su seguridad y eficacia.