La pirfenidona es un fármaco que pertenece al grupo ATC L04AX05 y se utiliza en el tratamiento de la fibrosis pulmonar idiopática (FPI). La FPI es una enfermedad crónica y progresiva que afecta a los pulmones, causando una cicatrización excesiva del tejido pulmonar. La pirfenidona actúa reduciendo la inflamación y la producción de colágeno, lo que ayuda a disminuir la progresión de la enfermedad.
En España, se estima que entre 7.000 y 9.000 personas padecen FPI, con una incidencia anual de 1-2 casos por cada 100.000 habitantes. La mayoría de los pacientes son hombres mayores de 50 años y fumadores o exfumadores.
La eficacia de la pirfenidona en el tratamiento de la FPI ha sido demostrada en varios estudios clínicos. En el estudio CAPACITY, se comparó la pirfenidona con placebo en pacientes con FPI leve a moderada durante un período de un año. Los resultados mostraron una reducción significativa en el deterioro funcional pulmonar en los pacientes tratados con pirfenidona.
En otro estudio llamado ASCEND, se evaluó la eficacia y seguridad de la pirfenidona en pacientes con FPI avanzada durante un período de dos años. Los resultados mostraron una reducción significativa del riesgo relativo del deterioro funcional pulmonar en los pacientes tratados con pirfenidona.
La dosis recomendada para el tratamiento de la FPI es de 267 mg tres veces al día después de las comidas. La duración del tratamiento debe ser determinada por el médico tratante en función de la evolución clínica del paciente.
En cuanto a los efectos secundarios, la pirfenidona puede causar náuseas, diarrea, dolor abdominal y pérdida de peso. Estos efectos secundarios suelen ser leves y transitorios, y pueden ser controlados con medidas dietéticas y farmacológicas.
En resumen, la pirfenidona es un fármaco eficaz en el tratamiento de la fibrosis pulmonar idiopática. Su uso ha demostrado una reducción significativa en el deterioro funcional pulmonar en pacientes con FPI leve a moderada y avanzada. Aunque puede causar efectos secundarios leves y transitorios, estos pueden ser controlados con medidas dietéticas y farmacológicas. La dosis recomendada debe ser determinada por el médico tratante en función de la evolución clínica del paciente.