La gemcitabina es un fármaco antineoplásico que pertenece al grupo ATC L01BC05. Se utiliza principalmente en el tratamiento del cáncer de páncreas, aunque también se ha utilizado en otros tipos de cáncer como el de mama, pulmón y vejiga.
En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el cáncer de páncreas es la novena causa principal de muerte por cáncer en hombres y la décima en mujeres. Además, se estima que cada año se diagnostican alrededor de 7.500 nuevos casos.
La gemcitabina actúa inhibiendo la síntesis del ADN y ARN, lo que provoca una disminución en la proliferación celular y una mayor sensibilidad a los agentes quimioterapéuticos. Se administra por vía intravenosa y su dosificación depende del tipo de cáncer y del estado general del paciente.
En un estudio realizado en España con pacientes con cáncer pancreático avanzado, se observó que aquellos tratados con gemcitabina tenían una mediana de supervivencia global significativamente mayor (6 meses) que aquellos tratados solo con terapia sintomática (4 meses).
Sin embargo, como ocurre con muchos fármacos antineoplásicos, la gemcitabina puede tener efectos secundarios. Los más comunes son náuseas, vómitos, fatiga y pérdida de apetito. También puede provocar anemia o disminución en los niveles sanguíneos de plaquetas o glóbulos blancos.
Es importante destacar que este fármaco debe ser administrado bajo supervisión médica y en un entorno hospitalario adecuado, ya que puede provocar reacciones alérgicas graves. Además, se debe tener precaución en pacientes con insuficiencia renal o hepática.
En resumen, la gemcitabina es un fármaco antineoplásico utilizado principalmente en el tratamiento del cáncer de páncreas. Aunque puede tener efectos secundarios, su uso ha demostrado mejorar la supervivencia global de los pacientes. Es importante que su administración sea realizada por profesionales médicos capacitados y en un entorno hospitalario adecuado.