El grupo ATC P se refiere a los antiparasitarios, insecticidas y repelentes utilizados para combatir plagas y enfermedades causadas por parásitos e insectos. Estos productos son esenciales para proteger la salud humana y animal, así como para prevenir pérdidas económicas en la agricultura.
En España, las enfermedades transmitidas por vectores (parásitos e insectos) son un problema de salud pública. Según el Ministerio de Sanidad, en 2019 se notificaron más de 3.000 casos de malaria importada y más de 1.500 casos de leishmaniasis. Además, las picaduras de mosquitos pueden transmitir enfermedades como el virus del Nilo Occidental o el dengue.
Los antiparasitarios son medicamentos que se utilizan para tratar infecciones parasitarias en humanos y animales. En España, los antiparasitarios más comunes son los utilizados contra la malaria y la leishmaniasis. La cloroquina es uno de los medicamentos más utilizados contra la malaria en España, aunque su uso está disminuyendo debido a la resistencia del parásito a este fármaco.
Los insecticidas son productos químicos que se utilizan para matar o controlar poblaciones de insectos dañinos para la salud humana o animal o para la agricultura. En España, los insecticidas más comunes son los utilizados contra mosquitos y cucarachas.
Los repelentes son productos que se aplican sobre la piel o sobre superficies para evitar que los insectos piquen o entren en contacto con ellas. En España, los repelentes más comunes son aquellos que contienen DEET (N,N-dietil-meta-toluamida) y permetrina.
Es importante destacar que el uso de antiparasitarios, insecticidas y repelentes debe ser responsable y adecuado. El uso excesivo o inadecuado de estos productos puede tener efectos negativos en la salud humana, animal y en el medio ambiente. Además, es importante seguir las instrucciones del fabricante para evitar intoxicaciones o reacciones alérgicas.
En conclusión, el grupo ATC P incluye productos esenciales para combatir plagas y enfermedades causadas por parásitos e insectos. En España, estas enfermedades son un problema de salud pública y los antiparasitarios, insecticidas y repelentes son herramientas importantes para prevenirlas. Sin embargo, su uso debe ser responsable y adecuado para evitar efectos negativos en la salud humana, animal y en el medio ambiente.